Para leer y releer
Ligado al nombre del libro “las noches
blancas” viene a mí un episodio de unas vacaciones de verano, en las que empecé
a darme cuenta de la magnificencia de
este título de Fiódor Dostoyevski. Yo tenía 11 años cuando leí
por primera vez el libro, en verdad el texto capto mi atención ya que se veía corto
y porque era físicamente con las páginas blancas y estiradas, la portada
brillante y con olor a nuevo. Sí, me deje guiar por la portada. Realmente esa vez
lo encontré muy descriptivo y por eso no recuerdo si lo alcance a terminar.
Pero resulta que el verano pasado fui al campo y me encontré con una prima, de
22 años, que lo estaba leyendo, entonces yo le dije “yo leí ese libro”. Me escuchó.
Me miro de arriba a abajo. Y me respondió “¿Pero segura que era este libro? ¿No
abra sido uno con el mismo título, pero de otro autor?” Entonces yo, ante su
asombro, le conté un resumen
con los vagos recuerdos que conservaba del escrito
Al darme cuenta de que no recordaba casi
nada me animé y lo leí de nuevo. Pero esta vez lo comprendí, lo terminé y lo
amé. Esta es la clase de libros que puedes leer una y otra vez, y cada vez
comprender más que la anterior, pero sin llegarlo a comprender en su totalidad.
Lo he leído 3 veces y cada vez me doy cuenta de más cosas, de “detalles” que en
verdad van armando un mundo, un ambiente psicológico muy completo en tan solo 79 págs. Esta clase de libro te deja pensándolo por días, y entre mas días lo
piensas y reflexionas, más ganas te dan de leerlo y releerlo. Detrás de cada
parlamento, de cada pequeña intervención del protagonista, hay un mar de
sentimientos que merece ser interpretado y reflexionado con lujo de detalle.
Porque nuestro protagonista, no tiene una visión de mundo común, ni tampoco es una persona común, él es un “tipo”.
“-Pues bien, soy... un tipo.
-Un tipo. ¿Un tipo? ¿Qué clase de tipo? -gritó la muchacha, riendo a borbotones, como si no lo hubiera hecho en todo un año-. Es usted divertidísimo. Mire, aquí hay un banco. Sentémonos. Por aquí no pasa nadie. Nadie nos oye y... empiece su historia. Porque, no pretenda lo contrario, usted tiene una historia y trata sólo de escurrir el bulto. En primer lugar, ¿qué es un tipo?
-¿Un tipo? Un tipo es un original, un hombre ridículo -contesté con una carcajada que empalmaba con su risa infantil-. Es un bicho raro. Oiga, ¿sabe usted lo que es un soñador? […]El soñador -si se quiere una definición más precisa- no es un hombre ¿sabe usted? sino una criatura de género neutro. Por lo común se instala en algún rincón inaccesible, como si se escondiera del mundo cotidiano. Una vez en él, se adhiere a su cobijo como lo hace el caracol, o, al menos, se parece mucho al interesante animal, que es a la vez animal y domicilio, llamado tortuga. ¿Por qué piensa usted que se aficiona tanto a sus cuatro paredes, inde fectiblemente pintadas de verde, cubiertas de hollín, tristes y llenas de un humo inaguantable?…“
Si bien se lo pueden imaginar el libro
trata de un hombre, que afirma, nunca haber tenido un amigo en su vida, solo
conocidos. Es un hombre solo al que le encanta salir a pasear por la tarde,
viendo el ajetreo de las demás personas, y, aun que sin relacionarse con ellas,
sentirse parte de sus vidas. Un día conoce a una muchacha encantadora, y
dispuesta a ser su amiga, la cual le proporcionara las 4 noches más felices de
su existencia. La mañana más amarga de su vida. Pero también el mejor de los
recuerdos.
Tuve una grata experiencia leyendo este
libro desde el 23/05 hasta el 28/05. Lo califico como muy bueno y la verdad es
que no puedo darles ningún editorial, porque lo leí ilegalmente en PDF, me
jacto de ser una lectora sin presupuesto.
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